Por: Andrés Travieso

En Santo Domingo Oeste, los espacios públicos están siendo ocupados sin control por construcciones ilegales que reflejan una alarmante dejadez institucional. Aceras convertidas en talleres, tiendas, calles bloqueadas, bancas de loterías improvisadas, escaleras que invaden el espacio público, y establecimientos informales de venta de empanadas, accesorios de celulares, frutas y víveres se han multiplicado sin ningún tipo de regulación. Esta situación no solo atenta contra el orden urbano, sino que también limita el derecho de los munícipes a transitar y vivir en un entorno seguro y organizado.

Lo más preocupante es que muchas de estas violaciones parecen contar con la complicidad silenciosa —o incluso activa— de funcionarios municipales. Mientras algunos vecinos son sancionados por mínimas faltas, otros, con vínculos cercanos al poder local, reciben trato preferencial e incluso permisos informales para construir donde está prohibido. Esta doble moral ha erosionado la confianza pública y ha sumido al municipio en una sensación de abandono e injusticia.

Recientemente, un munícipe construyó una cisterna en plena acera y parte de una calle del Ensanche Altagracia, en una violación flagrante de las normas urbanas. Lejos de tomar cartas en el asunto, el director de Espacio Público optó por lavarse las manos como Poncio Pilato, desentendiéndose completamente de su función. Esta omisión no puede ser pasada por alto, ya que envía un mensaje de impunidad que degrada aún más la autoridad municipal.

Sumado a esto, persisten denuncias de que el alcalde estaría otorgando permisos informales de construcción a amigos, compadres y allegados políticos, debilitando la institucionalidad y fomentando un ambiente de favoritismo e ilegalidad. Luego, viene el caos.

Por todo lo anterior, hacemos un llamado firme y respetuoso al alcalde de Santo Domingo Oeste: es su responsabilidad abrir una investigación inmediata sobre la actuación del director de Espacio Público y, de confirmarse su negligencia, aplicar las sanciones correspondientes. Los munícipes exigimos coherencia entre el discurso de «orden» y los hechos. No se puede hablar de recuperar los espacios públicos mientras se permite que los mismos funcionarios encargados de protegerlos se desentiendan o actúen con parcialidad.

El municipio merece que sus autoridades gobiernen con transparencia, equidad y respeto por las normas. Actuar ahora es un deber con Santo Domingo Oeste y con los munícipes que confían en una gestión justa.

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