Por: Carlos G. Hernández
En el escenario político de nuestro querido municipio, Santo Domingo Oeste, la salida del presidente histórico Manuel Rivas marcó un cambio significativo. Sin embargo, tras este acontecimiento, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha enfrentado desafíos en términos de liderazgo y gestión que plantean interrogantes sobre el futuro de la organización.
La ausencia de una dirección sólida ha llevado al PLD en este municipio a convertirse en un conjunto de facciones, donde la falta de unidad obstaculiza el progreso. Las direcciones actuales muestran signos de inoperancia y el partido se enfrenta a la crítica de ser poco dinámico. Este panorama genera preocupación y motiva la reflexión sobre el rumbo que está tomando el partido en esta localidad.
Es evidente que el liderazgo, tras la partida de Manuel Rivas, no ha logrado aglutinar a la dirigencia bajo un criterio de unidad. En lugar de trabajar juntos hacia un bien común, el PLD en Santo Domingo Oeste se ha convertido en un campo de batalla de grupos, donde las propuestas pueden ser anarquizadas simplemente por no pertenecer a un equipo específico.
Es imperativo que las generaciones presentes y futuras consideren este momento como una lección valiosa. La incapacidad de algunos líderes para trascender las afiliaciones de grupo ha dejado escapar oportunidades cruciales para el desarrollo del partido y, en última instancia, para el beneficio de la comunidad. Es hora de reflexionar sobre estas dinámicas y buscar un liderazgo capaz de unificar y dirigir con visión, evitando así los errores del pasado que podrían comprometer el futuro del PLD en Santo Domingo Oeste.
_*El autor es Subsecretario de Seguridad y Defensa del PLD*_